Visita nº

viernes, 8 de mayo de 2009

Dedicado a quien me etiqueta como susodicha


Mentir es el recurso más fácil, aunque el precio que se corre es la posibilidad de ser descubierto. En esto sucede algo similar a la persona que lanza rumores falsos para hacer de menos a las personas que envidia: puede ser descubierto y la conducta desvelada, ir en su contra desprestigiándolo ante a los que quería influir.

La mentira que busca impresionar para mejorar la autoestima y alimentar el ego quiere imaginar una vida, unos acontecimientos y una historia en base a causar una impresión de admiración en los espectadores o en las personas que nos escuchan. Este afán por impresionar es una imperiosa necesidad de resultar valiosos e geniales por medios tramposos ya que por los medios naturales y habituales de la simpatía y de la espontaneidad se duda de poder conseguirlos.
A veces la propia conducta del susodicho genera un comportamiento que tiende a confirmar la mentira.

No se conforma con ser una persona cualquiera, sino que desea ser siempre una personalidad de primera magnitud, de esas que los demás admiramos embelesados y envidiosos.

Hay quien convierte esa mentira en su vida, en un mundo paralelo que llega a confundir con la realidad.


Yo no soporto las mentiras, una me la pueden colar pero nada más.

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